Más de cien devotos del Venerable Padre Mariano Avellana se congregaron la noche del 14 de mayo junto a su tumba en la Basílica del Corazón de María, en Santiago de Chile, para conmemorar el 114° aniversario de su pascua.
En una eucaristía concelebrada por los miembros de la comunidad claretiana local, se realzó la figura del venerable misionero que entre 1873 y 1904 evangelizó con fama de santidad sobre todo a los enfermos, los presos y los postergados, en más de 1.500 km de la abrupta geografía chilena; hasta morir durante la última de sus más de 700 misiones, en un pequeño pueblo del norte minero chileno.
Junto con señalar rasgos relevantes que conformaron las “virtudes heroicas” reconocidas por el papa Juan Pablo II al Padre Mariano, se agradeció el “regalo de Dios” que significó su paso por Chile entre los primeros claretianos llegados a América.
En la oración universal se rogó por numerosos enfermos encomendados a su intercesión, algunos de ellos presentes en la eucaristía, y por un milagro cabal de sanación que se espera desde largos años para la beatificación del Venerable. Se señaló al respecto un posible caso actualmente en estudio en Roma, y se enfatizó seguir invocando la intercesión del Padre Mariano por enfermos o accidentados graves.
Se recordó asimismo a los misioneros que, en siglo y medio, siguiendo el ejemplo del Venerable entregaron sus vidas a la evangelización del pueblo chileno. Entre ellos al P. Pablo Vallier, primer claretiano que llegó al país con seis compañeros, y al P. Donato Berenguer, principal impulsor en la construcción de la Basílica del Corazón de María. Y de modo especial al P. Federico Gutiérrez, recientemente fallecido, quien durante 10 años realizó la investigación acuciosa sobre la vida del Padre Mariano que fundamentó su declaración como Venerable.